¿Quién ha dicho que la afición al golf es algo nuevo en nuestro país? No hay más que ver las fotos que ilustran estas páginas para darse cuenta de que el deporte del palo y la bola ya tenía multitud de adeptos hace muchos años, cuando las fotos había que revelarlas en ese atractivo blanco y negro y los jugadores, muchos, adornaban su cabeza con un elegante sombrero de ala mientras practicaban su deporte favorito.
En un domicilio particular
¿Sabía Usted, por poner un ejemplo, que la Federación Española de Golf se fundó en un domicilio particular y que fue, en sus inicios, trashumante durante los meses de verano? Pues, efectivamente, según reza una carta que aún hoy puede contemplarse en el despacho de la actual presidenta, la Real Federación Española de Golf se fundó el 9 de octubre de 1932 en el domicilio particular de D. Luis de Olabarri, situado en Las Arenas, Getxo, en una reunión a la que asistieron los representantes del Club de Campo (Pedro Cabeza de Vaca), Club Puerta de Hierro (Pedro Gandarias), Club de Lasarte (Santiago Ugarte), Club de Pedreña (Marcelino Botín), Club de Neguri (Luis de Olabarri) y Club de Sevilla (Javier de Arana).
Todos ellos tomaron los siguientes acuerdos:
“1.- Constituir la Federación de Clubs de Golf de España, que estará integrada por los Clubs aquí representados y cuantos más lo soliciten en las debidas condiciones.
2.- El nombre de dicha federación será “Federación de Clubs de Golf de España”. Su domicilio social será el Club de Puerta de Hierro, Madrid, salvo los meses de junio a octubre inclusive, que por orden de sorteo el Secretario deberá residir en uno de los Clubs siguientes: Pedreña, Lasarte y Neguri.
3.- El Secretario queda facultado para que, con la mayor brevedad posible, y una vez aprobados los Estatutos, que se ajustarán a las bases que luego se indican, dar carácter legal a la Federación”...
La apelotonada firma de los seis asistentes, junto a unas curiosas sumas situadas en la parte inferior izquierda del folio (208 más 11 y 210 más 35 ¿acaso el número de jugadores? ¿un posible presupuesto?) completan la escueta acta de constitución.
Desde aquel entonces, lo que constituía un empeño encabezado por esas pocas personas deseosas de constituir un marco jurídico y organizativo al por entonces elitista deporte del golf, se ha convertido en una empresa de enormes dimensiones que da cabida al espectacular aumento de federados con que se despidió el siglo XX, en concreto 175.444 personas, una cifra ya caduca ante los cerca de 235.000 federados que, sólo tres años después, nos contemplan, situando al golf, atendiendo al número de licencias, en el cuarto lugar entre todos los deportes que se practican en nuestro país, tras el fútbol, la caza y el baloncesto.
La creciente popularización del golf y la construcción de campos públicos centran, en términos generales, la actividad federativa en los últimos años, cuya espectacular evolución es palpable con un par de datos: apenas 2.500 federados en 1966; 91 campos en 1989, 232 en el año 2000, casi 250 en 2003. Lejos quedan aquellos tiempos en los que el Real Club de Golf de Las Palmas, en Gran Canaria, se inauguró en 1891...
Jugadores con historia
¿Y qué recuerdos le generan golfistas de la categoría de los hermanos Miguel, Ángel y Sebastián, de los entrañables Luis Ignacio Arana, Iván Maura, Ramón Sota o Ramón Tayá, por poner algunos ejemplos significativos anteriores a los ya más recientes José María Cañizares, Manuel Piñero, Antonio Garrido o el inconmensurable Severiano Ballesteros, pilar fundamental en la historia del golf español? ¿Cuál fue la aportación de las jugadoras pioneras en España, esas (Merche Artiach, Elvira Larrazábal, Carmen Maestre, etc) que han ofrecido el testigo a las actuales generaciones?
Las presentes páginas constituyen el inicio de una serie de relatos de ayer sin un afán estrictamente cronológico, escogidos de aquí y de allá, de ese y de aquel año, siempre unidos por su intrínseco interés histórico. En ocasiones se centrarán en una competición determinada; en otras, en un personaje central que haya rubricado decenas de anécdotas. Todos los jugadores anteriormente citados y muchos más, así como los Campeonatos más significativos de la historia del golf español y sus principales anécdotas, tendrán cabida en estas páginas, pidiendo disculpas anticipadas si las fuentes consultadas –en ocasiones la memoria de tal o de cual– no acaban por determinar con estricta fidelidad la fecha en la que en realidad ocurrió un acontecimiento concreto, si bien todos puede tener por seguro que los datos andarán muy, pero que muy cerca de la verdad.
El deporte del golf llegó a España, por supuesto, bastante más tarde de que unos supuestos pastores, en Escocia, empezaran a golpear una bola con un palo en una de las interminables praderas del campo escocés. Aquello, datado en el siglo XV y certificado por algunas pinturas de la época y por la prohibición –mal se empezaba– de jugar al golf por parte del Parlamento escocés, en 1457 ante la excesiva popularidad de una actividad que interfería con la práctica de la arquería, esencial para la defensa nacional.
De lo dimes y diretes con que el golf fue creciendo en las Islas Británicas, con intervención directa del Arzobispo de St. Andrews y de los magistrados de Edimburgo, así como de su imparable expansión por todos los confines del mundo, daremos buena cuenta en los sucesivos capítulos de estos relatos de ayer con objeto de tributar un homenaje a sus principales protagonistas, de gran utilidad para comprender el actual ‘boom’ de este deporte en nuestro país.